¡ Qué acertada es la afirmación
de los internautas experimentados cuando dicen que lo más difícil de conseguir
cuando se abre un blog no es su diseño, sino mantener su alimentación en el
tiempo!
Es mi caso. Burla burlando, mi
última entrada la realicé … ¡ en el mes de octubre del pasado 2013 ! . Desde
entonces he caído en un más que elocuente “silencio cibernético”. Razones he
tenido y de varios tipos, el más importante de los cuales ha sido meterme en un
considerable “proyecto” que os comentaré próximamente ( posiblemente en mi
siguiente entrada).
Porque hoy quiero dedicar
íntegramente mi aporte a homenajear la figura de una persona muy querida y
entrañable para mí y que se fue, tras 90 años de una vida muy intensa y
constantemente dedicada a la ciencia: me refiero al Dr. D Vicente Dualde Pérez.
Según me indican sus propios familiares más íntimos, falleció dulcemente el día
15 de noviembre de 2013, recién iniciada la que iba a ser su última jornada
dedicada a la Biología y a la Veterinaria, actividades que nunca dejó de lado.
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Foto: Internet |
Quizás ahora debería glosar sus
múltiples méritos académicos y los títulos y galardones conseguidos en el
ejercicio de su profesión, pero no lo voy a hacer. Si sentís interés por
conocer un compendio de su currículum podéis consultar este enlace:
A mí aquí y ahora me interesa
evocar otros recuerdos más personales.
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Foto: Internet |
Pero para mí fue algo más que un
profesor. Recuerdo con emoción la alegría que sentí cuando, una vez acabada la
carrera, me aceptó como director de mi Tesina (¡nada menos que sobre la sangre
de la anguila!- “¡ Vicente, esta tesina huele a tesis …!”-).
Aquel Laboratorio Pecuario
Regional Valenciano sito en Nazaret. Las traviesas anguilas que un día tuvieron
a bien escaparse del acuario en el que las teníamos y que una noche viajaron
desde el laboratorio del primer piso hasta la entrada en la planta baja.
Me veo a mí mismo acudiendo en los últimos
meses de mi servicio militar obligatorio a su casa de Grabador Esteve y las
sesiones de redacción del texto que me permitiría graduarme brillantemente,
“cum laude”, como suele decirse habitualmente.
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Foto:Internet |
¿Y qué decir de aquel curso de Biología para la Escuela de Enfermeras del Hospital Casa de Salud (así se llamaba entonces) y que contribuyó a darme "tablas" en los primeros momentos de mi vida profesional como docente ?
Y la providencial “encerrona” que
me tendieron entre él y su compañero Manuel Agramunt Matutano para conseguir
que me presentara a las pruebas de la oposición al Cuerpo de Profesores
Agregados en el que ingresé en 1977 . La suerte quiso que uno de los temas que
me “salió” fuese precisamente de Embriología y que mejor llevaba, lo que me
permitió escalar muchos puestos en la lista de notas finales. Esta materia fue una de las que nos impartió en la Facultad; todo lo que se sobre el tema se lo debo a él.
Mi apego a su figura (no me
olvido de la de los demás compañeros/as de departamento, como ahora se dice,
algunos/as tampoco están ya ) hizo que, tras una corta estancia en el centro que
me correspondió, volviese al Benlliure ahora ya como “numerario”. Es más,
cuando unos años después accedí al Cuerpo de Catedráticos de Instituto (ahora tampoco se llama
así) preferí quedarme un tiempo más allí en lugar de desplazarme al centro al
que me enviaban con superior categoría (y sueldo).
Su ofrecimiento de ayuda como
consejero en los peores momentos de mi vida familiar y personal.
Luego los avatares de la vida nos
separaron pero nunca faltó el recuerdo mutuo en forma de llamada telefónica,
el encuentro en alguna de sus documentadas conferencias sobre Veterinaria o
Biología, la postal navideña que nunca faltó (incluso la de éste año pasado que
le llegó cuando ya no estaba) y que, según años, tardaba más o menos en
contestarme según lo permitía su precario estado de salud. Creo que las guardo
todas.
Pero siempre con esa chispa de
ironía y retranca que siempre contenían …
La noticia de su fallecimiento me
llegó con algo de retraso. Un mazazo, lógico (eso de la “ley de vida” debería
ser menos duro de entender para un biólogo…) pero un mazazo al fin.
No importa. Su recuerdo es lo
fundamental.
¡ Muchas gracias por todo y ...hasta siempre, Vicente !