jueves, 6 de marzo de 2014

Dr. D. VICENTE DUALDE PÉREZ

     ¡ Qué acertada es la afirmación de los internautas experimentados cuando dicen que lo más difícil de conseguir cuando se abre un blog no es su diseño, sino mantener su alimentación en el tiempo!

        Es mi caso. Burla burlando, mi última entrada la realicé … ¡ en el mes de octubre del pasado 2013 ! . Desde entonces he caído en un más que elocuente “silencio cibernético”. Razones he tenido y de varios tipos, el más importante de los cuales ha sido meterme en un considerable “proyecto” que os comentaré próximamente ( posiblemente en mi siguiente entrada).

       Porque hoy quiero dedicar íntegramente mi aporte a homenajear la figura de una persona muy querida y entrañable para mí y que se fue, tras 90 años de una vida muy intensa y constantemente dedicada a la ciencia: me refiero al Dr. D Vicente Dualde Pérez. Según me indican sus propios familiares más íntimos, falleció dulcemente el día 15 de noviembre de 2013, recién iniciada la que iba a ser su última jornada dedicada a la Biología y a la Veterinaria, actividades que nunca dejó de lado.

Foto: Internet
      Quizás ahora debería glosar sus múltiples méritos académicos y los títulos y galardones conseguidos en el ejercicio de su profesión, pero no lo voy a hacer. Si sentís interés por conocer un compendio de su currículum podéis consultar este enlace:


        A mí aquí y ahora me interesa evocar otros recuerdos más personales.

Foto: Internet
Fue D. Vicente para mí, ese profesor especial que todos tenemos en nuestro recuerdo cuando acabamos la carrera, me refiero al que merece otorgar la categoría de maestro. Estoy seguro de que todos los componentes de aquella primera promoción de Ciencias Biológicas de Valencia (un grupo de loquitos/as que nos lanzamos hacia la nueva licenciatura, incluso a falta de la aprobación oficial del Plan de la Carrera) allá por los 1965’s recordarán su “aterrizaje” por la Sección (entonces Biológicas era una Sección de la Facultad de Ciencias, impulsada en Valencia por el Dr. D. Ignacio Docavo Alberti), lo bien que nos vinieron a los zoólogos sus conocimientos de invertebrados no artrópodos en los primeros cursos y después de Embriología en la asignatura de quinto curso.

Pero para mí fue algo más que un profesor. Recuerdo con emoción la alegría que sentí cuando, una vez acabada la carrera, me aceptó como director de mi Tesina (¡nada menos que sobre la sangre de la anguila!- “¡ Vicente, esta tesina huele a tesis …!”-).

Aquel Laboratorio Pecuario Regional Valenciano sito en Nazaret. Las traviesas anguilas que un día tuvieron a bien escaparse del acuario en el que las teníamos y que una noche viajaron desde el laboratorio del primer piso hasta la entrada en la planta baja.

 Me veo a mí mismo acudiendo en los últimos meses de mi servicio militar obligatorio a su casa de Grabador Esteve y las sesiones de redacción del texto que me permitiría graduarme brillantemente, “cum laude”, como suele decirse habitualmente.

Foto:Internet
Y después, cuando llegó el momento de empezar a trabajar otra satisfacción: la posibilidad de trabajar junto a él como profesor no numerario (¿os acordáis de los famosos pnn’s?) en el Instituto de Bachillerato Benlliure de Valencia. En ese momento D. Vicente pasó a ser para mí el compañero Vicente, lo que me auto-revistió de una apreciable categoría sin menoscabar para nada el respeto que me infundía.¡ Hasta pude colaborar, mínimamente, en una de las numerosas ediciones de su famoso manual de Biología General de Preuniversitario!.

¿Y qué decir de aquel curso de Biología para la Escuela de Enfermeras del Hospital Casa de Salud (así se llamaba entonces) y que contribuyó a darme "tablas" en los primeros momentos de mi vida profesional como docente ?

Y la providencial “encerrona” que me tendieron entre él y su compañero Manuel Agramunt Matutano para conseguir que me presentara a las pruebas de la oposición al Cuerpo de Profesores Agregados en el que ingresé en 1977 . La suerte quiso que uno de los temas que me “salió” fuese precisamente de Embriología y que mejor llevaba, lo que me permitió escalar muchos puestos en la lista de notas finales. Esta materia fue una de las que nos impartió en la Facultad; todo lo que se sobre el tema se lo debo a él.

Mi apego a su figura (no me olvido de la de los demás compañeros/as de departamento, como ahora se dice, algunos/as tampoco están ya ) hizo que, tras una corta estancia en el centro que me correspondió, volviese al Benlliure ahora ya como “numerario”. Es más, cuando unos años después accedí al Cuerpo de Catedráticos de Instituto (ahora tampoco se llama así) preferí quedarme un tiempo más allí en lugar de desplazarme al centro al que me enviaban con superior categoría (y sueldo).

Su ofrecimiento de ayuda como consejero en los peores momentos de mi vida familiar y personal.

Luego los avatares de la vida nos separaron pero nunca faltó el recuerdo mutuo en forma de llamada telefónica, el encuentro en alguna de sus documentadas conferencias sobre Veterinaria o Biología, la postal navideña que nunca faltó (incluso la de éste año pasado que le llegó cuando ya no estaba) y que, según años, tardaba más o menos en contestarme según lo permitía su precario estado de salud. Creo que las guardo todas.
Pero siempre con esa chispa de ironía y retranca que siempre contenían …

La noticia de su fallecimiento me llegó con algo de retraso. Un mazazo, lógico (eso de la “ley de vida” debería ser menos duro de entender para un biólogo…) pero un mazazo al fin.

No importa. Su recuerdo es lo fundamental.

¡ Muchas gracias por todo y ...hasta siempre, Vicente !